Cuando decimos islas, seguro pensamos en el Caribe, el Pacífico o esos exóticos paraísos que solo vemos en tv. Sin embargo nuestro país tiene varias islas, ni tan grandes ni tan paradisíacas pero llenas de historias. Una de ellas es la Isla de Flores.

Situada frente a Montevideo, 21 kilómetros al sudeste de punta Carretas, fue denominada isla de Flores por Sebastián Caboto, en razón de haberla descubierto el día de Pascua Florida de 1527. La isla de Flores es una pequeña isla uruguaya del Río de la Plata, que tiene una superficie aproximada de 3100 ha. Durante la pleamar la isla se divide en tres islas menores y desde 2018, estas islas y sus alrededores  fueron declarados parque nacional Isla de Flores. 

Partiendo del Puerto de Buceo, en el camino nos encontramos con formaciones rocosas que albergan decenas de lobos marinos que descansan y toman sol.

Tuvo un Hotel para Inmigrantes, a modo de lazareto para cumplir cuarentenas obligatorias, fue cárcel durante varias décadas que la vieron como un medio de deshacerse de sus enemigos políticos y también fue leprosario, con crematorio incluido, donde los enfermos terminales eran enviados a morir. Por ella pasaron los partidarios de Aparicio Saravia presos en1904, los opositores al golpe de Terra en 1934, incluyendo al metalúrgico y anarquista ilustre  Simón Radowitzky, que cumplió penas en Siberia, Argentina y luego en nuestro país; y los obreros sindicalistas de UTE y ANCAP durante las Medidas Prontas de Seguridad de Pacheco Areco en 1968. También hubo un plan fallido de trasladar a los tupamaros del Penal de Punta Carretas en 1971 para la isla.

Tiene un faro histórico y fue motivo del Tratado de la Farola de 1819, por el cual la Banda Oriental perdió las Misiones Orientales. Este faro, construcción de origen portugués, entró en servicio en 1828

 “A partir de 1970 la Isla de Flores sólo es habitada por los fareros, las gaviotas y los conejos, y es visitada por esporádicos viajeros que buscan desentrañar las historias de vida que guardan sus ruinas y buena parte de cuyos muros permanecen hoy en pie como si quisieran resguardar sus almas”.

Para los que aman las historias y leyendas, más allá de los incontables libros de historia, hay un libro de Eduardo Langguth y Juan Antonio Varese acerca de nuestra isla que se llama Historias y leyendas de la isla de Flores que vale la pena disfrutar.

La isla está desierta, sus construcciones en estado ruinoso y con peligro de derrumbe, mientras que lo único que funciona es el faro, desde donde tenemos una ventosa y maravillosa vista de toda la isla, el mar y Montevideo.

Los únicos habitantes son miles de conejos y gaviotas que, sin depredadores, se reproducen y han conquistado el lugar.

Cuando pregunté cómo habían llegado los conejos, el farero cuenta que al principio, quienes cuidaban la isla recibían alimentos desde tierra, pero durante los inviernos había semanas que era difícil llegar hasta allí. Entonces para tener variedad de alimentos y no depender solo de lo que se enviaba desde tierra adentro, decidieron criar gallinas. Pronto se dieron cuenta que las gallinas en su continuo picoteo, alteraban el equilibrio ecológico de la isla que, pobre y llena de arbustos y pequeña flora, dejaban de crecer porque los animales comían toda simiente. Entonces decidieron cambiar las gallinas por conejos. Éstos casales, que se reprodujeron sin depredadores naturales, pronto de volvieron miles y miles. Pero en cierta época del año, las charcas naturales de agua de lluvia se contaminan con marea que la hace imbebible para los animales que acaban muriendo todos. Entonces los reintroducen y el ciclo vuelve a comenzar.

Podemos escuchar de muchos las diferentes leyendas en torno a este lugar, que van desde luces inexplicables hasta gritos que provienen del crematorio, donde dicen testigos de la época que se llegó a quemar viva a mucha gente moribunda. Muchos visitantes afirman haber presenciado apariciones, escuchado lamentos o ver presencias entre las ruinas.

Lo cierto es que esas historias hacen parte del paisaje único de la isla que desde octubre a abril se puede visitar, saliendo desde el Puerto del Buceo, paseo que recomendamos hacer (hay que llevar agua y todo, ya que en la isla no existe ningún servicio, y traer todos los desperdicios con uno para cuidar del lugar)

La isla es un lugar curioso, donde el viento crea un paisaje único entre las ruinas, el silencio está poblado por el sonido de miles de gaviotas que andan entre las rocas. Recorrer su paisaje derrumbado y lleno de fantasmas es un paseo altamente recomendado para todos los que soñamos con islas misteriosas, llenas de memorias, olvidos e historias.

 

Nota y fotografías: Jimena Méndez

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