Leyendo sobre motores de búsqueda, Google e inteligencia artificial, recordé el cuento de Phillip K. Dick que diera origen a la película de culto “Blade Runner”, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, y con ese nombre, escribí mi post original.
Blade Runner
Toda la referencia comenzó porque estaba leyendo acerca de inteligencia artificial. Y ahí recordé el libro.
En el texto, que se situaba en el aquel entonces lejano 1992, una guerra mundial había exterminado a millones de personas y casi toda la vida del planeta, lo cual había llevado a los humanos a tener animales eléctricos como mascotas.
En la adaptación memorable al cine, Ridley Scott introduce a los replicantes en la historia. La vida era escasa y las personas habían creado réplicas humanas basadas en inteligencia artificial para realizar todo tipo de trabajo peligroso o denigrante para los humanos reales.
Estos seres artificiales tenían la capacidad de aprender e interactuar con los humanos de una forma que era difícil distinguirlos: eran los replicantes, porque replicaban las capacidades humanas a la perfección.
Pero entonces, los replicantes, que habían aprendido tanto y desarrollado a tal punto su intelecto que eran capaces de pensar de forma autónoma. Se los intenta destruir. es entonces que los replicantes se habían transformado en androides rebeldes que luchaban por su existencia como una nueva forma de vida. Ellos querían vivir independientes de los humanos, sin ser esclavos y luchaban contra su explotación.
Lejos quedaron esas distopías y luchas existenciales del ciberpunk de los años 90, en dónde el arte y la ciencia se preguntaban qué nos hace humanos y si las máquinas podían desarrollar su inteligencia o si tal vez, las máquinas podrían tener un alma…
Con mucha menos poesía, la inteligencia artificial llegó y es parte de nuestro cotidiano. Entre sus millones de aplicaciones, es usada por casi toda la tecnología: casas y transportes inteligentes, nuestras cámaras digitales la usan para mejorar las imágenes, celulares, plataformas de todo tipo, maquinarias, industrias, salud, cámaras de seguridad con reconocimiento facial, aeropuertos, editores para crear fotografías mejores, etc., y también Google para mejorar sus búsquedas a través de Rainkbrain.
Qué es? Rainkbrain es un algoritmo diseñado por Google basado en inteligencia artificial, pensado para hacer cada vez más eficientes y precisas las búsquedas de los usuarios en el menor tiempo, pero a su vez, cada vez más relevantes.
Fue implementado desde 2015 en forma gradual y desde 2016 se aplica en todas las búsquedas de los usuarios, cambiando la forma en que los usuarios encuentran la información en la red.
Está basado en Inteligencia Artificial, donde las máquinas empiezan a desarrollar un aprendizaje automático. El buscador no toma en cuenta solamente las palabras de la búsqueda, sino que analiza el contexto, la semántica, la pertinencia y otros cientos de factores en milésimas de segundos para devolvernos los resultados más pertinentes.
Buscador e IA
Los usuarios a la hora de buscar en Google, actualmente no solo ingresan palabras. Como un moderno ciber oráculo, casi todos le preguntamos a Google conceptos, frases y preguntas largas. Y usualmente, la respuesta es bastante cercana a lo que queríamos saber, cuando no, exacta. Cómo lo logra?
Rainkbrain evalúa correctamente patrones de lenguaje muy complejo, y trata de ofrecer resultados relevantes. Utiliza información más allá de la búsqueda semántica, como análisis lingüístico, contextos comunicacionales, tendencias, patrones de búsquedas anteriores del usuario, etc. Sumado todo esto a la capacidad de Inteligencia Artificial del algoritmo, que es acumulativa y dinámica a la vez. Por eso se dice que la máquina aprende.
Un claro ejemplo es cuando a veces tipeamos mal, o escribimos con errores en el buscador, Google nos sugiere si en realidad queríamos decir esto otro, acertando nuevamente en nuestras intenciones.
Es que según sus propias afirmaciones, Google utiliza más de 200 indicadores diferentes para lograrlo, una infraestructura matemática compleja y varias actualizaciones diseñadas para mejorar los resultados de búsqueda.
También Rankbrain incorpora los estudios de los patrones de lenguaje y comunicación de los usuarios.
Sabiendo los intereses de cada usuario en la red, las palabras que cada uno suele usar gracias a la gran información que dejamos cada vez que navegamos; y la tecnología de aprendizaje de la máquina, el buscador no se remite solo al vocablo que introducimos, sino también a los contextos de esas búsquedas y a la intencionalidad del hablante. Todo eso se tiene en cuenta a la hora de mostrarnos un resultado del buscador.
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Los resultados nos son dados en forma de ranking por relevancia, siendo los anuncios pagados los que salen en primer lugar, no por relevancia en su contenido sino porque pagaron para estar allí.
Las demás webs que no pagan, para ser relevantes, Google les ha fijado el nuevo paradigma de búsqueda y posicionamiento web: el contenido de calidad, exhaustivo y más completo de un tema será el mayormente destacado por sobre otros, que quedarán relegados por el algoritmo en la web. Y ya sabemos que lo que no aparece en el buscador del usuario no existe!
Estas tecnologías entonces, tienen como base darle prioridad al contenido y así seleccionan los resultados más pertinentes entre millones de resultados posibles, lo que ha cambiado la forma de hacer marketing digital, por ejemplo, o como se implementan los negocios en la red.
En su última actualización, por ejemplo, Google afirma que frente a las noticias que son reproducidas por varios medios, seleccionará a la fuente que lanzó el contenido como el resultado más relevante en la búsqueda, con lo cual el usuario tendrá claro desde donde partió una cierta información. Así, considerará el resultado más relevante el contenido original, surgido de determinada fuente.
Antes los humanos le decían a las máquinas qué hacer, ahora la máquina aprende y toma sus decisiones a partir del aprendizaje automático, el «machine learning»
Conclusión
En consecuencia, para seguir estando entre los resultados pertinentes de Google, será necesario que quienes trabajan en la web se esmeren en producir cada vez más y mejor contenido, que esté mejor documentado, que sea interesante, relevante, exhaustivo y original. Es eso o quedar en el ciberolvido.
Claro está que es bastante inquietante la sola idea que lo relevante o no lo decida un algoritmo. Como plantea Cobos en sus conferencias, en algún momento del nuevo milenio, pasamos de usar las máquinas a confiar en ellas… Ni hablar que es bastante discutible esa relevancia algorítmica, pensando en el usuario.
El problema es ese: pasamos de usar la tecnología a confiar en ella y ella es la que determina lo que es o no relevante para nosotros, aun cuando ni nosotros mismo lo sabemos. Ni tuvimos la opción de decidirlo. Realmente queremos que las máquinas decidan por nosotros?
Pensemos que el algoritmo parte de una programación arbitraria humana, nosotros le damos los parámetros básicos desde los cuáles seguirá aprendiendo de forma automatizada. Pero esa programación claramente siempre es sesgada, orientada por intereses. Somos conscientes de eso? Seguramente la mayoría de los navegantes web no tenemos la menor idea, y por lo tanto, somos absolutamente vulnerables frente a la tecnología que usamos pero que no comprendemos.
También es cierto que esa inteligencia artificial, que tanto aprende de nuestros comportamientos en la web no es inocente. Ella responde a los intereses de las compañías y los estados detrás de esas compañías.
La relevancia y la mejora en la experiencia del usuario es también un interés económico, porque aprende y explota nuestros patrones de comportamiento y consumo; y también político, porque Rankbrain es capaz de seleccionar los contenidos convenientes a nuestra forma de pensar. En ese sentido la discusión también pasa por la libertad, la pluralidad, el poder, el control…
Será que otra vez, como en Blade Runner, nos deberíamos seguir preguntando acerca de la libertad, la ética de la manipulación, y el impreciso límite entre lo artificial y lo natural?
Texto: Jimena Méndez