El necroturismo es una forma de turismo donde el viajero recorre, investiga, pasea y  hace tours por cementerios del mundo. Ni más ni menos, la palabra significa turismo sobre la muerte.

Para muchas personas puede resultar extraño, pero esta forma de hacer turismo y conocer el patrimonio de las culturas, moviliza a miles de personas cada año. Y si bien hay cementerios que son un clásico de los paseos como el de Montparnasse en París o el de Recoleta en Buenos Aires, el  turista interesado en la temática visita cualquier cementerio, grande o pequeño, famoso o no tanto, de cualquier lugar que visite.

En algunos de esos cementerios que hace mucho tiempo integran la oferta turística de las ciudades, se pueden realizar visitas guiadas. Inclusive en nuestro país, en Montevideo, se pueden realizar visitas guiadas en el Cementerio Central, a cargo de guía especializada en historia y patrimonio funerario. Allí podemos encontrar un verdadero museo a cielo abierto, con espectaculares obras del maestro Azzarini o de Zorrilla por ejemplo.

Pero el interés por los cementerios va más allá de la anécdota de si allí está enterrado algún personaje famoso. Los cementerios son espacios de monumentos, historia, arte funerario, tradiciones de los pueblos y memoria de las sociedades. La muerte hace parte de la vida, y así como la arquitectura en general nos relata como se vive en una sociedad, podemos ver en un cementerio reflejadas las mismas jerarquías, roles, modas de épocas e imaginarios sociales.

Los cementerios muestran la riqueza de sus habitantes en vida, expresan el poder de las personas en el tiempo que les tocó vivir, sus roles y profesiones. También los símbolos y objetos con que se rodean a la hora de la muerte habla de como vivieron estas personas, su religión, sus creencias y su misticismo.

También podemos ver a los excluidos: muchos camposantos entierran en tumbas sin nombre o fuera de los panteones  a ladrones, infames, traidores, prostitutas o suicidas. Eso nos habla también de que no somos solo diferentes en la vida, sino en la muerte también. Como dijo el director Pasolini: «La forma en que la sociedad trata a sus muertos es reflejo de cómo va a tratar a los vivos», por lo que un cementerio también es un retrato de una sociedad.

La visita a un cementerio puede justificarse por la contemplación de las obras de arte que en él se alojan. En muchos camposantos se pueden admirar esculturas y mausoleos de un alto valor artístico que por si mismos justifican una visita al lugar. Pero además, explorar  los cementerios aporta información de la historia, personajes  y las costumbres del lugar.

Se sabe que quienes buscan estos paseos son turistas con un elevado interés en turismo cultural, que han incorporado los camposantos a sus visitas como un elemento más del patrimonio histórico-artístico del destino. Por eso se trata de fomentar este tipo de turismo ya que se considera que atrae a un público con capital económico y cultural, intereses diferenciados y específicos y que además, ponen en valor elementos patrimoniales que en muchas ocasiones está desvalorizado o abandonado por las mismas sociedades.

La visita a camposantos, como lugares de importancia cultural e histórica está muy arraigada en Europa, donde existe una Asociación Europea de Cementerios Singulares , (http://www.significantcemeteries.org/) , que incluye 150 cementerios que recorren una ruta de más de 50 ciudades de toda Europa que vale la pena visitar e integran un circuito turístico por demás demandado e interesante.

Muchos realizan estos paseos de forma grupal, más como curiosos o por vivir una experiencia diferente.  Hay paseos nocturnos a muchos de estos sitios intentando crear una atmósfera más emocionante para los visitantes; pero muchas personas realizan este tipo de turismo especializado  como cualquier otra forma de turismo, por lo que podemos ver que hay una demanda por demás heterogénea y diversa al respecto.

El ‘tanatoturismo’, como también se le llama, tiene defensores y detractores. Los primeros, alegan que se trata de un nuevo concepto turístico que aleja a los visitantes de los monumentos más convencionales y fomenta la preservación de espacios que guardan un importante patrimonio histórico, artístico y social.

Los detractores rechazan esta modalidad turística por motivos religiosos, porque creen que pueden generar más destrucción que preservación o porque simplemente allí, más que un museo a cielo abierto, consideran que es la última morada de sus seres queridos que requiere de un tratamiento de reserva y soledad, no compatibles con el turismo.

En lo personal, creo que el necroturismo vino para quedarse y aporta beneficios a las economías locales que pueden tener así un nuevo elemento de valor en sus pueblos y ciudades,  ofreciendo paseos y visitas guiadas con personal especializado, revitalizando el circuito patrimonial y cultural local.

Para el visitante, siempre es una oportunidad de descubrir arte, memoria e historia en una experiencia diferente alejada de los paseos convencionales.

 

Nota y fotografías: Jimena Méndez

Fotoescuela Online

Cementerio inglés de Conchillas. Colonia. Uruguay

Angel. Detalle de panteón. Cementerio Recoleta. Buenos Aires.

Cementerio Alegre de Sapanta, Rumania

Cementerio Valdense. Departamento de Colonia, Uruguay

Cementerio de Epecuén. Argentina

Cementerio de los artistas. San Petersburg. Rusia.

Angel. Cementerio católico de Botafogo, Río de Janeiro, Brasil

Cementerio de Canoa Quebrada, Aracati. Ceará.